Las cartas de la estanciera María López tejen una vasta red que abarca Buenos Aires y el Chubut, Washington y Madrid, Ginebra, Londres y Moscú. Familiares, funcionarios de gobierno, militares, abogados, espías, hombres o mujeres, todos sirven al objetivo de la tenaz terrateniente: reconstruir el poder argentino. Última representación de una elite que no se prolongó ni fue sustituida, María López ofrece su descarnado retrato de mujer y patriota. Esta novela, profundamente política, penetra en el tema esencial de la década del 80: la formación de una nueva dirigencia nacional.