Este conjunto de ensayos reflexiona sobre los lazos entre los artistas intelectuales y la política, y sobre las posibilidades de su acción dentro de la comunidad. La cultura es la más alta expresión visible de un pueblo; los artistas, los más conspicuos representantes y hacedores de esa cultura. Sensibles, afectivos, luchadores, los artistas intelectuales forman una variopinta corporación que se rige por leyes no escritas: las leyes del sueño, de la esperanza y del inconsciente colectivo del pueblo, del cual constituyen el mayor instrumento de expresión. Por ello, viven tramando la más política de las conspiraciones: la de forjar una Nación que pueda nombrarse a sí misma y escuchar la resonancia de su propio destino.